El poder del idioma
Fredy Javier Rodríguez Díaz
Dos años han pasado desde la primera vez que asistí a una preparatoria estadounidense. Recuerdo muy bien ese momento: me sentía completamente perdido. Todos hablaban en inglés, un idioma que yo no entendía en esos momentos de mi vida. Me preguntaba a mí mismo: “¿Vos que hacés aquí?” Soy originario de Guatemala, el país de la eterna primavera, y durante toda mi vida el español fue la única lengua que aprendí. Nunca me preocupé por aprender otro idioma ya que nunca pensé que algún día podría necesitar comunicarme en otro idioma. Aunque esto es un poco irónico, ya que en mi país existen 24 lenguas oficiales.
Durante mis primeros días de preparatoria en este país me sentía muy solo y alienado ya que no era capaz de hablar en inglés. No podía compartir mis ideas y pensamientos en clase ya que me sentía avergonzado de hablar en este idioma. Vivir esta situación me hizo darme cuenta de la importancia de aprender un segundo idioma, no solamente por razones académicas o profesionales sino porque hablar otro idioma es una herramienta con la cual podemos entender y ayudar a otros; es un medio a través del cual las personas pueden ver más allá de su propio mundo. Nos da poder.
Me tomó alrededor de un año para poder comenzar a hablar en inglés. Cientos de palabras en español fueron remplazadas por sus equivalencias en inglés. Mudarme a este país fue un proceso muy difícil en mi vida. Dejar atrás mi cultura, mi idioma y mis tradiciones fue como morir en vida. Adaptarse a una nueva cultura, especialmente a la cultura estadounidense, es un proceso muy abrumador para alguien que viene de un país donde la religión y las costumbres tienen un gran peso en la sociedad. Simplemente no podía comprender muchas cosas sobre la manera como las personas viven aquí. Sentimientos de frustración y desesperación invadían mi mente. Quería renunciar a todo. Llegué a pensar que aprender inglés no era para mí; que tal vez no estaba destinado a ir a la universidad. Sin embargo, recordé que todos somos capaces de hacer todo lo que nos proponemos en la vida y esta tarea no me iba a quedar grande. Para mí, la educación es una de las cosas más valiosas en mi vida y nada ni nadie –ni yo mismo– me iba a detener de poder alcanzarla. Decidí que era tiempo de cambiar, de enfocarme en aprender inglés y alcanzar mis sueños. Después de esto, sentí que poco a poco la persona que solía ser murió y alguien nuevo nació de las cenizas dejadas por el tiempo y el cambio.
El tiempo pasó rápido en mi vida. Comencé a ver el mundo de una manera distinta: comencé a entender la manera en como esta sociedad funciona. A través del proceso de aprendizaje del idioma inglés comprendí como las personas viven, actúan y creen; pude identificarme con los problemas y las luchas de muchos en la sociedad.
Sin lugar a dudas, el aprendizaje de un segundo idioma me ha dado el conocimiento necesario para alcanzar el éxito. Me ha brindado el poder para poder luchar por mis ideales. Quiero ser capaz de hablar en todos los idiomas que pueda aprender en mi mortal vida. Quiero ser capaz de conocer otros mundos. Como el ilustre filósofo y lingüista europeo Ludwig Wittgenstein dijo: “El límite de mi idioma es el límite de mi mundo”. Al ser capaz de comprender otro lenguaje, mis horizontes se han expandido. Las barreras que antes me detenían de alcanzar mis sueños se han desvanecido como la nieve al principio de la primavera.
Hablar diferentes idiomas me ha enseñado que en este mundo existen muchos mundos coexistiendo en una sola dimensión. Cada idioma en el planeta representa un mundo distinto, pero todos representan a una sola humanidad. Aunque nuestras palabras sean distintas, aunque seamos diferentes, todos compartimos los mismos sentimientos y problemas, sueños y luchas. El idioma le da al hablante el poder de ser parte de un mundo único y fascinante, y ahora yo soy parte de varios mundos.
Después de dos años de haber venido a este país, he logrado llegar a la universidad.
Miro atrás y me doy cuenta de cuánto mi vida ha cambiado gracias a la habilidad de poder hablar dos idiomas. Me recuerdo de mi primera clase en la preparatoria de este país, triste y desolado. Ahora, veo a una persona distinta, con una mente más abierta a las posibilidades. He cambiado. He visto un mundo distinto y sé que veré aún más ya que esto se ha convertido en mi pasión.
Si alguien me preguntara ahora: “¿Y vos que hacés aquí?” Alegremente respondería: “Pues aquí, conociendo mundos nuevos”.
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